Soberanía Alimentaria

“Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Ofrece una estrategia para hacer frente al comercio libre y corporativo y para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles y pesqueros para que pasen a estar gestionados por los productores y productoras locales. La soberanía alimentaria da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores y consumidoras a controlar su propia alimentación y nutrición. Garantiza que los derechos de acceso y gestión de la tierra, de los territorios, del agua, las semillas, el ganado y la biodiversidad, estén en manos de aquellos que producen los alimentos. La soberanía alimentaría supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones.”

Declaración de Nyeleni, Foro Internacional por la Soberanía Alimentaria, Mali, 2007.

www.viacampesina.org

miércoles, 16 de marzo de 2011

Soñahacedoras, por Gustavo Duch

Galicia Hoxe. Gustavo Duch. 16 de marzo de 2011

En Nalda, La Rioja, una asociación de soñahacedoras estuvieron conversando con los más mayores de la población pues sus huertos desde hacía años permanecían abandonados al mermarse sus fuerzas para el trabajo. Años después, tres mujeres han recuperado algunas de esas huertas que ahora –agroecológicamente- abastecen de alimentos frescos y sanos a unas cien personas de la comarca.

En Rosario, Argentina, son muchas las personas campesinas que se han visto obligadas a malvivir en sus barrios más pobres y degradados, expulsadas por la agroindustria de los monocultivos de soja que, como si fueran una soga, estrangulan la ciudad. A iniciativa de la ciudadanía, la creación de huertos populares en zonas muertas de la ciudad dando vida a un nuevo y nutritivo paisaje, ya se ha convertido en el Programa municipal de Agricultura Urbana.

En Alicante, un colectivo de jóvenes hace ya ocho años compraron las ruinas del antiguo Mas del Potro. Se ríen cuando recuerdan como entre muchos colocaron las grandes vigas de madera que le han vuelto a dar sustento y verticalidad a la casa. El horno de leña –y la pericia aprendida de Jordi, el regente- cuece, sin duda, el mejor pan de la zona.

También en esas costas mediterráneas, en Muro, hay quienes a lo Sherlock Holmes se dedican a localizar viñas descuidadas, muchas veces casi enfermas terminales, síntoma propio de una civilización capitalista de sentidos atrofiados. Después de unas tandas de cariños intensivos ya tenemos uvas autóctonas regalando sabores olvidados. Igual que en Girona, donde hay quienes rescatan olivos milenarios que asoman extraviados entre lo que fueran campos de cultivo, y elaboran aceites para felicidad de los paladares de sus nuevos custodios.

Hay quien se desvela por preservar variedades en peligro de extinción, como las asociaciones del tomate de ‘ramillet’ en las Islas Baleares o los custodios de manzanos para la elaboración de sidra en Bizcaia. Chirri, como le llaman sus amigos, es más atrevido aún y está sembrando sus campos de Lebrija con semillas de un trigo que ni los más mayores recuerdan.

Y podríamos seguir contando de tantos proyectos que se soñaron y se hicieron.

Hay quienes dicen que todo esto sólo es mirar hacia atrás. Otros, que están en el camino, saben que es el futuro.

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