miércoles, 28 de abril de 2010
Efecto bumerán en Monsanto
Noticia destacada que impacta de lleno en el tereno de las
modificaciones genéticas, sus patentes monopolísticas y el cada vez
mayor fracaso productivo. La naturaleza se abre camino con fuerza a
pesar de la negligencia humana y sus intereses coporativos. El
artículo Effet boomerang chez Monsanto (21-5-09) es de Sylvie Simon y
fue escrito en Altermonde sans-frontiere. Ha sido recogido por
Rebelion con el título Efecto bumerán en Monsanto y traducido por
Beatriz Morales Blastos.
En 2004 un agricultor de Macon, en Georgia, ciudad situada a unos 130
kilómetros de Atlanta, se dio cuenta de que algunos brotes de amaranto
resistían al Roundup con el que él rociaba sus campos de soja.
Los campos víctimas de esta invasora mala hierba habían sido sembrados
con granos Roundup Ready, que contienen una semilla que ha recibido un
gen de resistencia al Roundup al que “no se resiste ninguna mala
hierba”.
Desde entonces la situación ha empeorado y el fenómeno se ha extendido
a otros estados, Carolina del Sur y del Norte, Arkansas, Tennessee y
Missouri. Según un grupo de científicos del Centro para la Ecología y
la Hidrología, organización británica situada en Winfrith, Dorset, se
ha producido una transferencia de genes entre la planta modificada
genéticamente y algunas hierbas indeseables como el amaranto. Esta
constatación contradice las afirmaciones perentorias y optimistas de
los defensores de los organismos modificados genéticamente (OMG) que
pretendía y siguen afirmándolo que una hibridación entre una planta
modificada genéticamente y una planta no modificada es simplemente “
imposible”.
Para el genetista británico Brian Johnson, especializado en problemas
relacionados con la agricultura, “basta con un solo cruce logrado
entre varios millones de posibilidades. Una vez creada, la nueva
planta posee una enorme ventaja selectiva y se multiplica rápidamente.
El potente herbicida que se utiliza aquí, a base de glifosato y de
amonio, ha ejercido una presión enorme sobre las plantas, las cuales
ha aumentado aún más la velocidad de la adaptación”. Así, al parecer
un gen de resistencia a los herbicidas ha dado nacimiento a una planta
híbrida surgida de un salto entre el grano que se supone protege y el
amaranto, que se vuelve imposible de eliminar.
La única solución es arrancar a mano las malas hierbas, como se hacía
antes, pero esto ya no es posible dadas dimensiones de los cultivos.
Además, al estar profundamente arraigadas, estas hierbas son muy
difíciles de arrancar con lo que, simplemente, se han abandonado 5.000
hectáreas. (…)
Resulta divertido constatar que esta planta, “diabólica” para la
agricultura genética, es una planta sagrada para los incas. Pertenece
a los alimentos más antiguos del mundo. Cada planta produce una media
de 12.000 granos al año y las hojas, más ricas en proteínas que la
soja, contienen vitaminas A y C, y sales minerales.
Así este bumerán, devuelto por la naturaleza a Monsanto, no sólo
neutraliza a este predador, sino que instala en sus dominios una
planta que podría alimentar a la humanidad en caso de hambre. Soporta
la mayoría de los climas, tanto las regiones secas como las zonas de
monzón y las tierras altas tropicales, y no tiene problemas ni con los
insectos ni con las enfermedades con lo que nunca necesitará productos
químicos.
Así “el amaranto” se enfrenta al muy poderoso Monsanto como David se
opuso a Goliat. ¡Y todo el mundo sabe como acabó el combate, sin
embargo muy desigual! Si estos problemas se producen en cantidad
suficiente, lo que parece que va a ocurrir, pronto a Monsanto no le
quedará más remedio que echar el cierre. Aparte de sus empleados,
¿quién se compadecerá verdaderamente de esta fúnebre empresa?
modificaciones genéticas, sus patentes monopolísticas y el cada vez
mayor fracaso productivo. La naturaleza se abre camino con fuerza a
pesar de la negligencia humana y sus intereses coporativos. El
artículo Effet boomerang chez Monsanto (21-5-09) es de Sylvie Simon y
fue escrito en Altermonde sans-frontiere. Ha sido recogido por
Rebelion con el título Efecto bumerán en Monsanto y traducido por
Beatriz Morales Blastos.
En 2004 un agricultor de Macon, en Georgia, ciudad situada a unos 130
kilómetros de Atlanta, se dio cuenta de que algunos brotes de amaranto
resistían al Roundup con el que él rociaba sus campos de soja.
Los campos víctimas de esta invasora mala hierba habían sido sembrados
con granos Roundup Ready, que contienen una semilla que ha recibido un
gen de resistencia al Roundup al que “no se resiste ninguna mala
hierba”.
Desde entonces la situación ha empeorado y el fenómeno se ha extendido
a otros estados, Carolina del Sur y del Norte, Arkansas, Tennessee y
Missouri. Según un grupo de científicos del Centro para la Ecología y
la Hidrología, organización británica situada en Winfrith, Dorset, se
ha producido una transferencia de genes entre la planta modificada
genéticamente y algunas hierbas indeseables como el amaranto. Esta
constatación contradice las afirmaciones perentorias y optimistas de
los defensores de los organismos modificados genéticamente (OMG) que
pretendía y siguen afirmándolo que una hibridación entre una planta
modificada genéticamente y una planta no modificada es simplemente “
imposible”.
Para el genetista británico Brian Johnson, especializado en problemas
relacionados con la agricultura, “basta con un solo cruce logrado
entre varios millones de posibilidades. Una vez creada, la nueva
planta posee una enorme ventaja selectiva y se multiplica rápidamente.
El potente herbicida que se utiliza aquí, a base de glifosato y de
amonio, ha ejercido una presión enorme sobre las plantas, las cuales
ha aumentado aún más la velocidad de la adaptación”. Así, al parecer
un gen de resistencia a los herbicidas ha dado nacimiento a una planta
híbrida surgida de un salto entre el grano que se supone protege y el
amaranto, que se vuelve imposible de eliminar.
La única solución es arrancar a mano las malas hierbas, como se hacía
antes, pero esto ya no es posible dadas dimensiones de los cultivos.
Además, al estar profundamente arraigadas, estas hierbas son muy
difíciles de arrancar con lo que, simplemente, se han abandonado 5.000
hectáreas. (…)
Resulta divertido constatar que esta planta, “diabólica” para la
agricultura genética, es una planta sagrada para los incas. Pertenece
a los alimentos más antiguos del mundo. Cada planta produce una media
de 12.000 granos al año y las hojas, más ricas en proteínas que la
soja, contienen vitaminas A y C, y sales minerales.
Así este bumerán, devuelto por la naturaleza a Monsanto, no sólo
neutraliza a este predador, sino que instala en sus dominios una
planta que podría alimentar a la humanidad en caso de hambre. Soporta
la mayoría de los climas, tanto las regiones secas como las zonas de
monzón y las tierras altas tropicales, y no tiene problemas ni con los
insectos ni con las enfermedades con lo que nunca necesitará productos
químicos.
Así “el amaranto” se enfrenta al muy poderoso Monsanto como David se
opuso a Goliat. ¡Y todo el mundo sabe como acabó el combate, sin
embargo muy desigual! Si estos problemas se producen en cantidad
suficiente, lo que parece que va a ocurrir, pronto a Monsanto no le
quedará más remedio que echar el cierre. Aparte de sus empleados,
¿quién se compadecerá verdaderamente de esta fúnebre empresa?
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